sábado, 5 de diciembre de 2009

tarde sofista

Eduardo, tras ir por las frambuesas y abandonar las calles ajetreadas, las puertas de bronce y las viejas serpentinas rojas de las escaleras solitarias, se dejo llevar por la melodia de un viejo operone. El fractalismo multicolor de las veredas se ordeno en una sucesion curiosa, que lo llevo sobre el hierro y la piedra hacia un lugar perdido en otro tiempo, guardado en otros cajones, otra crapodina de veranos pasados, de petos que no eran azules en la jungla de Artemisa.

Sobre lo que parecio ser un pequeño campo sin estacas, estaba Sofia.

Sinfonia cerebral, deleite de sutilezas y reflexiones calladas, de conclusiones a media voz, soltadas casi con desden.
Hacia rato que Eduardo habia pasado a ser algo mas, pero en cierto punto, no le importo.



Un arañar metalico se convirtio en un tapiz, y las habituales manifestaciones espontaneas del ser afloraron durante un rato sobre la hierba, como las hadas durante un atardecer alegre. Hubieron castillos de ideas en el aire y viajes sorpresivos a tierras lejanas. Hubieron remeras violetas, cuadernos transfigurados, sogas azules, anotaciones, observaciones hechas por el poder del acercamiento.

Era hasta simpatica la idea de acariciar la idea de una realidad congruente.

Pero tampoco le importo.

Solo se abstrajo en espiar sobre el filo de cada momento, cada fragmento, cada sutileza que de ella escapaba furtivamente a traves de los pliegues de los parpados.
Si bien la vieja y conocida tirania del tiempo sesgo palabras, ademanes, posibles cosas, Eduardo sintio que Sofia, desde su lugar, ayudaba a ablandar el mundo.
Ayudaba a que todo fuera menos denso y, de algun modo, le devolvia un poco de esa descripcion magicamente infantil.

Entonces quiso darle una vieja estampita que tenia hacia mucho en el bolsillo y regalarsela.

Como era de suponerse, Sofia no entendio mucho lo de la estampita, y Eduardo a cambio le dio un helado y un beso en la mejilla.

1 comentario:

  1. Es que mirá que darle una estampita a Sofía, con lo mucho que le cuesta siquiera recibir cualquier demostración de afecto de Eduardo... El helado, frío, delicioso e impersonal, por supuestamente la iba a tranquilizar!

    Buenas salenas, cronopio cronopio :) Dos hilos, pero uno azul. Tienes automóvil? Afuera llueve, todo el cielo. Ojos radiantes y esperanzados. Podemos protejer los hilos.

    Los famas me indican ir a trabajar, y no ir a la montaña durante estos calores. Cronopiamente, desearía poder ir a visitar al cronopio que baila catala y baila tregua y baila espera.

    Pero los famas.

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