domingo, 29 de noviembre de 2009

Un viejo loco que nada sabe mas que beber...

- ¿Me enseñará usted algún día lo que sabe del peyote? -pregunté.
Él no respondió y, como había hecho antes, se limitó a mirarme como si yo estuviera loco.
Le había mencionado el tema, en conversación casual, varias veces anteriores, y en cada ocasión arrugó el ceño y meneó la cabeza. No era un gesto afirmativo ni negativo; más bien expresaba desesperanza e incredulidad.
Se puso en pie abruptamente. Habíamos estado sentados en el piso frente a su casa. Una sacudida casi imperceptible de cabeza fue la invitación a seguirlo.
Entramos en el chaparral, caminando más o menos hacia el sur. Durante la marcha, don Juan mencionó repetidamente que yo debía darme cuenta de lo inútiles que eran mi arrogancia y mi historia personal.
- Tus amigos -dijo volviéndose de pronto hacia mí-. Esos que te han conocido durante mucho tiempo: debes ya dejar de verlos.
Pensé que estaba loco y que su insistencia era idiota, pero no dije nada. Él me escudriñó y echó a reír.

Tras una larga caminata nos detuvimos. Estaba a punto de sentarme a descansar, pero él me dijo que fuera a unos veinte metros de distancia y hablara, en voz alta y clara, a un grupo de plantas. Me sentí incómodo y aprensivo. Sus extrañas exigencias eran más de lo que yo podía soportar, y le dije nuevamente que no me era posible hablar a las plantas, porque me sentía ridículo. Su único comentario fue que me daba yo una importancia inmensa. Pareció hacer una decisión súbita, y dijo que yo no debía tratar de hablar a las plantas hasta que me sintiera cómodo y natural al respecto.
- Quieres aprender todo lo de las plantas, pero no quieres trabajar para nada -dijo, acusador-. ¿Qué te propones?
Mi explicación fue que yo deseaba información fidedigna sobre los usos de las plantas; por eso le había pedido ser mi informante. Incluso había ofrecido pagarle por su tiempo y por la molestia.
-Debería usted aceptar el dinero -dije-. En esta forma los dos nos sentiríamos mejor. Yo, entonces, podría preguntarle lo que quisiera, porque usted trabajaría para mí y yo le pagaría. ¿Qué le parece?
Me miró con desprecio y produjo con la boca un ruido majadero, exhalando con gran fuerza para hacer vibrar su labio inferior y su lengua.
-Eso es lo que me parece -dijo, y rió histéricamente de la expresión de sorpresa absoluta que debo haber tenido en el rostro.

Obviamente, no era un hombre con el que yo pudiera vérmelas fácilmente. Pese a su edad, estaba lleno de entusiasmo y de una fuerza increíble. Yo había tenido la idea de que, por ser tan viejo, resultaría un "informante" perfecto. La gente vieja, se me había hecho creer, era la mejor informante porque se hallaba demasiado débil para hacer otra cosa que no fuese hablar. Don Juan, en cambio, era un pésimo sujeto. Yo lo sentía incontrolable y peligroso. El amigo que nos presentó tenía razón. Era un indio viejo y excéntrico, y aunque no se halla perdido de borracho la mayor parte del tiempo, como mi amigo había dicho, la cosa era peor aún: estaba loco. Sentí renacer las tremendas dudas y temores que había experimentado antes. Creía haber superado eso. De hecho, no tuve ninguna dificultad para convencerme de que deseaba visitarlo nuevamente. Sin embargo, la idea de que acaso yo mismo estaba algo loco se coló en mi mente cuando advertí que me gustaba estar con él. Su idea de que mi sentimiento de importancia era un obstáculo, me había producido un verdadero impacto. Pero todo eso era al parecer un mero ejercicio intelectual por parte mía; apenas me hallaba cara a cara con su extraña conducta, empezaba a experimentar aprensión y deseaba irme.

Dije que éramos tan distintos que, pensaba, no había posibilidad de llevarnos bien.
- Uno de nosotros tiene que cambiar -dijo él, mirando el suelo-. Y tú sabes quién.
Empezó a tararear una canción ranchera y, de repente, alzó la cabeza para mirarme, Sus ojos eran fieros y ardientes. Quise apartar los míos o cerrarlos, pero para mi completo asombro no pude zafarme de su mirada.
Me pidió decirle lo que había visto en sus ojos. Dije que no vi nada, pero él insistió en que yo debía dar voz a aquello de lo que sus ojos me habían hecho darme cuenta. Pugné por hacerle entender que sus ojos no me daban conciencia más que de mi desazón, y que la forma en que me miraba era muy incómoda.
No me soltó. Mantuvo la mirada fija. No era declaradamente maligna ni amenazante; era más bien un mirar misterioso pero desagradable.
Me preguntó si no me recordaba un pájaro.
- ¿Un pájaro? -exclamé.
Soltó una risita de niño y apartó sus ojos de mí.
-Sí -dijo con suavidad-. ¡Un pájaro, un pájaro muy raro!





Volvió a atrapar mis ojos con los suyos y me ordenó recordar. Dijo con extraordinaria convicción que él "sabía" que yo había visto antes esa mirada.
Mi sentir de aquellos momentos era que el anciano me encolerizaba, pese a mi buena voluntad, cada vez que abría la boca. Me le quedé viendo con obvio desafío. En vez de enojarse echó a reír. Se golpeó el muslo y gritó como si cabalgara un potro salvaje. Luego se puso serio y me indicó la importancia suprema de que yo dejara de pelear con él y recordarse aquel pájaro raro del cual hablaba.
- Mírame a los ojos -dijo.
Sus ojos eran extraordinariamente fieros. Tenían un aura que en verdad me recordaba algo, pero yo no estaba seguro de qué cosa era. Me esforcé un momento y entonces, de pronto, me di cuenta: no la forma de los ojos ni de la cabeza, sino cierta fría fiereza en la mirada, me recordaba los ojos de un halcón. En el mismo instante en que lo advertí, don Juan me miraba de lado, y por un segundo mi mente experimentó un caos total. Creí haber visto las facciones de un halcón en vez de los de don Juan. La imagen fue demasiado fugaz y yo me hallaba demasiado sobresaltado para haberle prestado más atención.

En tono de gran excitación, le dije que podría jurar haber visto las facciones de un halcón en su rostro. Él tuvo otro ataque de risa.
He visto cómo miran los halcones. Solía cazarlos cuando era niño, y en la opinión de mi abuelo me desempeñaba bien. El abuelo tenía una granja de gallinas Leghorn y los halcones eran una amenaza para su negocio. Dispararles no era sólo funcional, sino también "justo". Yo había olvidado, hasta ese momento, que la fiera mirada de las aves me obsesionó durante años; se hallaba en un pasado tan remoto que creía haber perdido memoria de ella.
-Yo cazaba halcones -dije.
-Lo sé -repuso don Juan como si tal cosa.
Su tono contenía tal certeza que empecé a reír. Pensé que era un tipo absurdo. Tenía el descaro de hablar como si en verdad supiese que yo cazaba halcones. Lo desprecié enormemente.
-¿Por qué te enojas tanto? -preguntó en un tono de genuina preocupación.
Yo ignoraba por qué. Él se puso a sondearme de un modo muy insólito. Me pidió mirarlo de nuevo y hablarle del "pájaro muy raro" que me recordaba. Luché contra él y, por despecho, dije que no había nada de qué hablar. Luego me sentí forzado a preguntarle por qué había dicho saber que yo solía cazar halcones. En lugar de responderme, volvió a comentar mi conducta. Dijo que yo era un tipo violento, capaz de "echar espuma por la boca" al menor pretexto. Protesté, negando que eso fuera cierto; siem¬pre había tenido la idea de ser bastante simpático y calmado. Dije que era culpa suya por sacarme de mis casillas con sus palabras y acciones inesperadas.
-¿Por qué la ira? -preguntó.

Hice un avalúo de mis sentimientos y reacciones. Realmente no tenía necesidad de airarme con él.
Insistió nuevamente en que mirara sus ojos y le hablara del "extraño halcón". Había cambiado su fraseo; el "pájaro muy raro" de que hablaba antes se había vuelto el "extraño halcón". El cambio de palabras resumió un cambio en mi propio estado de ánimo. De repente me había puesto triste.
Achicó los ojos hasta convertirlos en ranuras, y dijo en tono sobreactuado que estaba "viendo" un halcón muy extraño. Repitió su afirmación tres veces, como si en verdad estuviera viéndolo allí frente a él.
- ¿No lo recuerdas? -preguntó.
Yo no recordaba nada por el estilo.
- ¿Qué de extraño tiene el halcón? -pregunté.
- Eso me lo debes decir tú -repuso.
Insistí en que no tenía forma de saber a qué se refería; por tanto, no podía decirle nada.
- ¡No luches conmigo! -dijo-. Lucha contra tu pereza y recuerda.
Durante un momento me esforcé seriamente por desentrañar su intención. No se me ocurrió que igual podría haber tratado de acordarme.
- En un tiempo viste muchos pájaros -dijo como apuntándome.
Le dije que de niño viví en una granja y cacé cientos de aves.
Respondió que, en tal caso, no me costaría trabajo recordar a todas las aves raras que había cazado.
Me miró con una pregunta en los ojos, como si acabara de darme la última pista.
- He cazado tantos pájaros -dije- que no recuerdo nada de ellos.
Este pájaro es especial -repuso casi en un susurro-. Este pájaro es un halcón.
Nuevamente me puse a pensar a dónde querría llevarme. ¿Se burlaba? ¿Hablaba en serio? Tras un largo intervalo, me instó otra vez a recordar. Sentí que era inútil tratar de acabar con su juego; sólo me quedaba jugar con él.
- ¿Habla usted de un halcón que yo he cazado? -pregunté.
- Sí -murmuró con los ojos cerrados.
- De modo que, ¿esto pasó cuando yo era niño?
- Sí.
- Pero usted dijo que está viendo ahora un halcón frente a usted.
- Lo veo.
- ¿Qué trata usted de hacerme?
- Trato de hacerte recordar.
- ¿Qué cosa? ¡Por amor de Dios!
- Un halcón rápido como la luz -dijo mirándome a los ojos.
Sentí que mi corazón se detenía.
- Ahora mírame -dijo.



Pero no lo hice. Percibía su voz como un sonido leve. Cierto recuerdo colosal se había posesionado de mí. ¡El halcón blanco!
Todo empezó con el estallido de ira que tuvo mi abuelo al contar sus pollos Leghorn. Habían estado desapareciendo en forma continua y desconcertante. Él organizó y ejecutó personalmente una meticulosa vigilia, y tras días de observación constante vimos finalmente una gran ave blanca que se alejaba volando con un pollo en las garras. El ave era rauda y al parecer conocía su ruta. Descendió desde el cobijo de unos árboles, aferró el pollo y voló por una abertura entre dos ramas. Ocurrió tan rápido que mi abuelo casi ni vio al ave, pero yo sí, y supe que era en verdad un halcón. Mi abuelo dijo que, en ese caso, debía ser un albino.
Iniciamos una campaña contra el halcón albino y dos veces creí tenerlo cazado. Incluso dejó caer la presa, pero escapó. Era demasiado veloz para mí. También era muy inteligente; nunca regresó a asolar la granja de mi abuelo.
Yo habría olvidado el asunto si el abuelo no me hubiese aguijoneado a cazar el ave. Durante dos meses perseguí al halcón albino por todo el valle donde vivíamos. Aprendí sus hábitos y casi me era posible intuir su ruta de vuelo, pero su velocidad y lo brusco de sus apariciones siempre me desconcertaban. Podía yo alardear de haberle impedido cobrar su presa, quizá todas las veces que nos encontramos, pero nunca logré echarlo en mi morral.

En los dos meses en que libré la extraña guerra contra el halcón albino, sólo una vez estuve cerca de él. Había estado cazándolo todo el día y me hallaba cansado. Me senté a reposar y me quedé dormido bajo un eucalipto. El grito súbito de un halcón me despertó. Abrí los ojos sin hacer ningún otro movimiento, y vi un ave blancuzca encaramada en las ramas más altas del eucalipto. Era el halcón albino. La caza había terminado. Iba a ser un tiro difícil; yo estaba acostado y el ave me daba la espalda. Hubo una repentina racha de viento y la aproveché para ahogar el sonido de alzar mi rifle 22 largo para apuntar. Quería esperar que el halcón se volviera o empezara a volar, para no fallarle. Pero el ave permaneció inmóvil. Para mejor dispararle, habría tenido que moverme, y era demasiado rápida para ello. Pensé que mi mejor alternativa era aguardar. Y eso hice durante un tiempo largo, interminable. Acaso me afectó la prolongada espera, o quizá fue la soledad del sitio donde el halcón y yo nos hallábamos; de pronto sentí un escalofrío ascender por mi espina y, en una acción sin precedente, me puse en pie y me fui. Ni siquiera vi si el halcón había volado.

Jamás atribuí ningún significado a mi acto final con el halcón albino. Pero fue muy raro que no le disparara. Yo había matado antes docenas de halcones. En la granja donde crecí, matar aves o cazar cualquier tipo de animal era cosa común y corriente.
Don Juan escuchó atentamente mientras yo narraba la historia del halcón albino.
- ¿Cómo supo usted del halcón blanco? -pregunté al terminar.
- Lo vi -repuso.
- ¿Dónde?
Aquí mismo, frente a ti.
Ya no me quedaban ánimos para discutir.
- ¿Qué significa todo esto? -pregunté.
Él dijo que un ave blanca como ésa era un augurio, y que no dispararle era lo único correcto que podía hacerse.
- Tu muerte te dio una pequeña advertencia -dijo con tono misterioso-. Siempre llega como escalofrío.
- ¿De qué habla usted? -dije con nerviosismo.
En verdad me había puesto nervioso con sus palabras fantasmagóricas.
- Conoces mucho de aves -dijo-. Has matado demasiadas. Sabes esperar. Has esperado pacientemente horas enteras. Lo sé. Lo estoy viendo.

Sus palabras me produjeron gran turbación. Pensé que lo más molesto en él era su certeza. No soportaba yo su seguridad dogmática con respecto a elementos de mi vida de los que ni yo mismo estaba seguro. Inmerso en mis sentimientos de depresión, no lo vi inclinarse sobre mí hasta que me susurró algo al oído. No entendí al principio, y él lo repitió. Me dijo que volviera la cabeza como al descuido y mirara un peñasco a mi izquierda. Dijo que mi muerte estaba allí, mirándome, y que si me volvía cuando él me hiciera una seña, tal vez fuese capaz de verla.
Me hizo una seña con los ojos. Volví la cara y me pareció ver un movimiento parpadeante sobre el peñasco. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, los músculos de mi abdomen se contrajeron involuntariamente y experimenté una sacudida, un espasmo. Tras un momento recobré la compostura y expliqué la sombra fugaz que había visto como una ilusión óptica causada por volver la cabeza tan repentinamente.



- La muerte es nuestra eterna compañera -dijo don Juan con un aire sumamente serio-. siempre está a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo. Te vigilaba cuando tú vigilabas al halcón blanco; te susurró en la oreja y sentiste su frío, como lo sentiste hoy. Siempre te ha estado vigilando. Siempre lo estará hasta el día en que te toque.
Extendió el brazo y me tocó levemente en el hombro, y al mismo tiempo produjo con la lengua un sonido profundo, chasqueante. El efecto fue devastador; casi volví el estómago.
- Tú eres el muchacho que acechaba su caza y esperaba pacientemente, como la muerte espera; sabes muy bien que la muerte está a nuestra izquierda, igual que tú estabas a la izquierda del halcón blanco.

Sus palabras tuvieron la extraña facultad de provocarme un terror injustificado; la única defensa era mi compulsión de poner por escrito todo cuanto él decía.
- ¿ Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando? -preguntó.
Sentí que mi respuesta no era en realidad necesaria. De cualquier modo, no habría podido decir nada. Un nuevo estado de ánimo se había posesionado de mí.
- Cuando estés impaciente -prosiguió-, lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote.

Volvió a inclinarse y me susurró al oído que, si volteaba de golpe hacia la izquierda, al ver su señal, podría ver nuevamente a mi muerte en el peñasco.
Sus ojos me hicieron una seña casi imperceptible, pero no me atreví a mirar.
Le dije que le creía y que no era necesario llevar más lejos el asunto, porque me hallaba aterrado. Él soltó una de sus rugientes carcajadas.
Respondió que el asunto de nuestra muerte nunca se llevaba lo bastante lejos. Y yo argumenté que para mí no tendría sentido seguir pensando en mi muerte, ya que eso sólo produciría desazón y miedo.
- ¡Eso es pura idiotez! -exclamó-. La muerte es la única consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale si es cierto. Tu muerte te dirá que te equivocas; que nada importa en realidad más que su toque. Tu muerte te dirá: “Todavía no te he tocado.” foto

jueves, 26 de noviembre de 2009

Hugin & Munin


"Huginn ok Muninn
fljúga hverjan dag
Jörmungrund yfir;
óumk ek of Hugin,
at hann aftr né komi-t,
þó sjámk meir of Munin."
Edda poética - Grímnismál. Estrofa 20



`Be that word our sign of parting, bird or fiend!' I shrieked upstarting -
`Get thee back into the tempest and the Night's Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy soul hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! - quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy form from off my door!'
Quoth the raven,

`Nevermore.'

And the raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming,
And the lamp-light o'er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
Shall be lifted...



nevermore!


“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida, pájaro o demonio! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, como prenda de la mentira que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta-Abandona el busto de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón y tu figura de mi puerta.
Y el Cuervo dijo...

...Nunca más

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo, aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas, justo sobre la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra.

Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse...



¡Nunca más!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Regeneraciones


Como la náusea te asomas al borde de los labios. En las comisuras de la mente estas, siempre presente,
Caerse duele...
palpitante, expandiendo tu dominio en las tinieblas. Como una larva escupiendo su seda, tejiendo pacientemente bajo la raiz y la piedra, subes lentamente por las ramas. Alcanzando ese liston azul desenfocas el disco y el polvo de plata. Y sumido en sombras ya no encuentro la espuma ni el resplandor. Sin importar cuanta luz tenga se confunden el principio y fin de esta lengua sobre la que me desplazo, y pierden firmeza mis piernas, titubean mis brazos, y el dolor sobreviene me paraliza, me entumece, me llena de agujas subiendo por mis muñecas. Agujas de un dolor sordo que se descarna desde los huesos. Que me arrastra por los suelos pintados del gris de tu sombra, que se rie burlonamente desvaneciendo toda musica. Y me libero al silencio nocturno del bosque que abre puertas que quiero cerrar, que quiebra y desfigura mandalas, como espejos de colores. Y sin embargo...

Sin embargo todo cambia y todo se renueva. Hoy me cai. Hoy senti el crudo ardiente beso del pavimento una vez mas. Es tan sordido como vivificante. Es recordar cuan vivos podemos estar, solo que de un modo mas angustiante y doloroso.
Ese momento en el cual todas nuestras previsiones fueron escasas corona al mundo en su superior condicion y nos brinda un nuevo reto, un nuevo duelo bajo el sol.
Es un eterno levantarse este camino. Es un eterno andar hacia algun lado mas con la conviccion de nuestra existencia misma. Es un delirante festejo de vida ver nuestra sangre manchar el conreto. Como si las piedras alimentaran su solidez robusta con la vitalidad que dejamos desparramada sobre ellas. Como una relacion vampirica, la pendiente se nutre de los tuberculos de vida de los penitentes viajeros. No tenemos mas que nuestros reflejos para burlar la jugarreta. No tenemos mas que las fibras subcutaneas de nuestro ser para evitar el fatidico momento. No tenemos mas que nuestra voluntad para sobreponernos a la adversidad. Y en efecto, nos sobreponemos. Y ver como se renueva nuestro ser y como nuestra piel, una vez cicatrizada, brilla con mas fuerza y fortaleza nos ayuda a entender que nuestra capacidad regenerativa es tan grande como permitimos que sea.
Poco a poco vemos como cierra la herida, dejando limpia una nueva superficie, que si nunca se hubiera desgarrado cruelmente, nunca hubiera llegado a una nueva expresion.
No me alegra caerme. Me alegra reinventarme y saber que puedo caerme por haber aprendido a levantarme incontables veces y de mil maneras. Aprender a no quedar paralizado de dolor ante la burla del destino, el concreto y las piedras me dimensiona en un aspecto nuevo y mas grande. Saber que tengo el temple para estirar nuevamente las alas de mis sandalias sin que mi voluntad se quiebre me llena de fuerzas y me dignifica en mi rol. Escupir insolentemente en la cara de la adversidad con una sonrisa mas fuerte que la avasalladora presion e impacto de la caida me sostiene sobre este batir de plumas y dolor.
No.
No me agrada caerme.
Me agrada levantarme insolentemente.
Me agrada templarme con el andar.

martes, 24 de noviembre de 2009

Decisiones.

A veces pasa.
Muy pocas veces en la vida. Pero pasa.
Y siempre es preferible. Con todo lo terrible que puede ser, es preferible. Cuando al fin el barquero nos lleve a un ultimo viaje final podremos decir con orgullo que conquistamos al mundo en nuestro pequeño, unico y mortal modo. Cuando por fin se termine esta aventura y descansemos nuestros seres en donde sea que descansemos, podremos mirar hacia atras y ver cuan intenso, cuan enriquecedor fue el viaje. Y si no fuera asi no tiene el menor sentido haberlo hecho. Si nunca llegamos a sentir que estamos al borde de enloquecer, si nunca entendieramos que las cosas son simplemente inmensas y eternas, qué sentido tendría todo. Si no hubiesemos llegado al punto, en algun momento, de sentir que todo nuestro ser se desdibuja ante una verdad mas grande que nosotros mismos, y por ende, con mayor profundidad que todas nuestras memorias juntas, entonces qué modos de aprendizaje genuino tendriamos.
Somos librados a este mundo y sus misterios y peligros con la misma hoja de parra que Adan. Y nos arrastramos todo el tiempo que necesitamos hacerlo hasta animarnos a dar un paso mas largo que la distancia entre nuestras piernas.
Y con un solo paso basta para justificar el viaje. Un solo paso, dado con conviccion, basta para que todo el dolor y sufrimiento que el mero hecho de estar vivos nos genera, sea compensado.
Por ende no tiene sentido congelarse en el miedo eterno de lo que podria ser peor. Ya que todo crece del mismo modo en todas direcciones.
A cada cielo un abismo, y la entereza con que podamos aceptar el hecho de que siempre somos lo mas fragil de cada situacion es lo que consolida nuestra fuerza.
Lejos de intentar pasar el viaje con la menor cantidad de heridas, solo intento adaptarme a cada situacion. Conciente de que cada momento y sus productos, buenos y malos, lindos y feos, son precisamente lo que mastico una y otra vez, lo que finalmente alimenta mi alma y me hace crecer.
Intentar evitar el sufrimiento solo genera sufrimiento. En cambio si somos capaces de mantenernos dignos y enteros ante el, si somos capaces de mantener la cabeza en alto mientras nos abren el corazon de lado a lado de una sola tajada y, gustosos, aceptar esto como algo que, no solo no es malo, sino que forma parte de uno mismo, es lo que finalmente nos coronara como amos de nuestro existir una vez que todo haya acabado.
No quiero pensar en el destino al que cerrar los ojos nos ata. No quiero sentir la vergüenza de no haber aceptado el privilegio de una enseñanza. Como voy a mirar a los grandes hombres de la historia si no soy capaz de enfrentar mi propia vida con solemne paciencia ante la adversidad? Con que cara me mirare a mi mismo cuando al fin todo pase si siento que no estuve a la altura de lo que era capaz de sentir y vivir?

No. No estoy dispuesto. Tengo mas miedo a mi propio juicio antes que a cualquier otra cosa. Temo mas no ser digno de mi ni de mi vida antes que a cualquier otra herida.

Asique cerrando los puños y abriendo bien ancho mi corazon, mi ser y mis expectativas abrazo un nuevo mundo cada dia.

Hermástico Bicefalo.

sábado, 21 de noviembre de 2009

El favor de Pan

(Leelo escuchando "El Favor de Pan" de Hermástico. Es el primer tema del tracklist)


"Llegado al escondrijo de Pilos donde piensa encerrar a los animales, degüella un par de ellos y ofrece un sacrificio a cada uno de los dioses, sin olvidar ni siquiera al mismo Apolo. Inventivo e inquieto, toma los intestinos de aquellos animales y trenza con ellos unas cuerdas que ata a unas maderas curvas que dispone sobre la concha de una tortuga. De esta forma idea por primera vez la lira. Con ella se dedica a cantar y a tocar de forma tan melodiosa y bella que nadie podía igualarlo."


-Oh, querido Pan, te pido tengas la buena voluntad de llevar hasta mi ninfa lo que no puedo llevar esta vez.

-Me extraña que no puedas llevar un mensaje, Hermes. Lejos de todo cuanto se pueda sospechar de tu persona, me pides que haga algo que tu haces, en realidad, con mas gracia, velocidad y practica de lo que mis vientos pueden lograr.

-Es que esta vez, querido hijo, mis pies estan atados por una fuerza que me domina.

-Ni la furia de tu hermano logro dominarte, y lograste el perdon de tu padre tan airosamente. Sabras perdonar mi curiosidad al preguntar que fuerza ordinaria puede atar las alas de tus pies.

-Es una de las grandes ironias, Pan. Es una de las situaciones de las cuales algo, seguramente, debo aprender. Pero hasta que no llegue a mi comprender y la hora en la que pueda envolverme en los gélidos capullos de sal que adornan y marcan su existir, te pido que alivies la carga de mi corazon enviando un tímido halo de mi presencia.

-Timido, padre? Timido?!

-Si, Pan, timido.

-Padre, tienes un mundo lleno de mortales que doblegar con el encanto de tus musicas, de tus habilidades, de tu agil y gracil palabra. Puedes con tus talentos conseguir cuanto quieras. Sigo sin entender por que elijes obsesionarte con esa ninfa. Y mucho menos entiendo porque no puedes llevar tu mismo el mensaje.

-Es porque no todos los momentos son buenos, hijo. Tu, en tu desenfrenada pulsion salvaje y sexual, no logras entender. Y para ti no es mas que una ninfa mas entre todas las otras. Pero es porque no logras ver lo que se esconde.

-Oh, si, padre, es sin dudas una hermosa ninfa. Puedo ver claramente la razon de tu congoja.

-Ah, si? Y que ves, Pan?

-Veo su espalda delicada y femina, que tantas veces ha dejado sin aliento a los hombres. Veo su mirada cambiante en la luz como un regalo de Zeus, destinado a hechizar las voluntades. Comparte el secreto de su belleza con la misma Afrodita, que corona con el perfume de la espuma de la que ella misma emerge, cada rincon de su cuerpo. Y le devuelve a Helios sus rayos con la misma fuerza, solo que con una magnificencia que este no puede lograr. He visto a mi tio detenerse en ella para adornar especialmente el reflejo de la sonrisa que deja escapar cuando nadie la ve. Y parecen obra del mismo Apolo sus piernas, ya que la linea que las definen y como atrapan estas la luz son algo tan equilibrado y magnifico que es dificil pensar que pueden haber sido creadas por otras manos.
La frescura humeda de su pecho es tan altiva como delicada, y tiene la gentileza de no desproporcionar su gesto ni deformar su expresion. Sus cabellos caen como un firme rocio dorado y oscuro sobre un cuello tierno y gélido que debate la mirada entre su delicada presencia y la firme conviccion que la carne despierta en mi, como bien sabes, padre.
Acaso en el Olimpo mismo logre un segundo de atencion, y sea, tal vez, digna del favor de Zeus y su mencion.

-No me decepcionas, hijo. Comprendo que ves lo que tu naturaleza te permite. Pero las sutilezas que no ves son las que me obsesionan. Lejos de todo cuanto dijiste, su ser va mas alla de lo que puedes desear, Pan.
Esa mirada de luz cambiante, que tanto ponderas y atribuyes a un favor de mi padre, es solo la cascara de algo aun mas elevado. Su mirar. El modo en que ella ve es lo que me hechiza. El modo de entender los corazones y las voluntades de los mortales es tan singular y unico. Como una plegaria a Atenea, intenta atrapar la sabiduria de los momentos, intenta encontrar la belleza de la existencia en las sutilezas que escapan a una mirada torpe y desencajada, entendiendo que es el resultado de una inmensa Verdad imperecedera y atemporal. Se inclina al conocimiento con la sed de un infante, pero sagaz y criteriosa como un intelecto advocado al sofismo metodico.
Esconde en su mas intima esencia la nostalgia magica de las olas que se esfuman en tus vientos al impactar contra la arena, abrazandome con su recuerdo en cada nueva marea que en mi corazon se agita. Como si Poseidon no tuviera piedad de mi. Asi se manifiesta ella en mi interior.
Si su sonrisa bastara para todos como basta para mi, no haria falta mi cadúceo, ya que no habria conflictos que resolver. Mi padre tendria que darme otras menciones y menesteres de los cuales ocuparme para evitar que yo mortifique a los mortales con mis jugarretas y entretenciones.
No son sus piernas, es su movimiento. Su torpe y mortal caminar conduciendola tiernamente por la urbe. Es como dirije sus pasos hacia lo que cree es genuino y real. La primera vez que mis sandalias toparon con la punta de sus pies mis alas dejaron de batirse por un segundo. Detuve mi marcha porque senti invadido mi petaseo con su mirada. Senti que no podia hacer otra cosa mas que fascinarme al descubrir tantas maravillas encerradas en una melodia que mi siringa era incapaz de reproducir. Y una vez envuelto del sopor hipnotizante de su espuma descubri la fuente de la que emana tal musica. Y quede atonito. Podria tocar mis melodias hasta que mis dedos sangren con tal de acercarme a ella. Pero estos son secretos friamente guardados en su mas preciado claustro, y si bien por un instante logre sentirla, debo respetar su naturaleza misteriosa y magica y aceptar que podre acceder a ella solo mediante su favor. Ya que podria perderse para siempre y es, para mi, el tesoro mas preciado que he tenido la gracia de ver. Mas aun que todas las joyas e invaluables fortunas que me fueron destinadas en el agujero de conejo en el que llegue al mundo.
En su pecho habita una caricia robada que deje en un instante en que logre descuidarla con mis ingeniosos encantos (Si, Pan, debo admitir que los utilice con ella tambien). Y mientras lo recorria colmado de emocion entendi que la sal que encierra en su piel es producto de la vida que encarno.
Los cabellos que tanto te agradan, querido hijo, envuelven la morada de una Conciencia que crece dia a dia. Y es su cuello el campo de batalla donde se baten a muerte el fuego que Hestia maneja y la Sabiduria que Atenea teje. En su cuello se halla esa casi imperceptible y abismal diferencia que la separa del resto de las ninfas, titanes, dioses y demas criaturas que pasean bajo la bendicion de Helios. Y al besarlo, hijo mio, senti  una puja enorme entre el tipo de sentimientos que en ti habitan y las Verdades mas elevadas del mundo. Y como soy tu padre e hijo de Zeus al mismo tiempo, me encontre en una maravillosa situacion nunca antes experimentada. Mi corazon se conmovio por entero.
No hubo espacios para la vulgaridad con que sueles poseer y espiar a los objetos de tu acecho, hijo (y te recuerdo que no hace falta ser tan desenfrenado como el hijo de Sémele). Tampoco tuve la certeza de sentirme atraido solo por su conciente ser. Fue una expresion maxima de mi interna y divina naturaleza.
Fue conquistar por primera vez la entrada al inframundo nuevamente. Esa sensacion de estar burlando a Ades al sentir el contacto de sus cuerpo. Poseerla por un instante fue de una hermosura indescriptible en palabras, cierto es. Pero la magnificencia de ese momento escapa a tu entender, hijo. Solo cuando puedas ir mas alla de tus patas de cabra entenderas como la inmortal y diniva Naturaleza del infinito se puso de manifiesto. Y por un segundo, hijo, llegamos ella y yo a dominios que ningun miembro de nuestra apestosa familia, mas alla del poderio de los titanes y gigantes. Plasmamos nuestra Voluntad en las profundidaes insondables de los origenes del universo. Llegamos a la nada misma y creamos un mundo que ni mi padre, ni Gea, ni siquiera Urano pueden intentar adivinar.


Ja, el Olimpo, hijo?-Dijo Hermes mirando de lejos el Panteon.-No, no metas a ese cerro lleno de traiciones y sentimientos bajos en todo esto. Solo hazle este favor a tu padre y lleva en tus vientos el halo de mi presencia para que asi pueda habitar en ella de modo alguno hasta mi llegada. Tu, que con tanta astucia manejas el viento durante el crepusculo del dia y la noche, lleva mis reminicencias, para que nunca olvide, a causa del burdo miserable y vulgar mundo en el que esta envuelta, aquel mistico y trascendental momento.

Y Pan, al filo del amanecer, soplo con su Siringa una melodia que atraveso estepas y llanuras, y verdes campos en los que el ganado de su tio pastaba bajo la bendicion de Helios y Afrodita.

Y la ninfa...

viernes, 20 de noviembre de 2009

Escondidas

(Leelo escuchando el segundo tema del tracklist llamado "Another Round Cover" de Hermastico)
Lentamente me repliego entonces, querida. Juguemos a las escondidas. Juguemos a que no puedo tocar la mas profunda fibra de tu ser. Juguemos a que podes mantener la solidez de tus muros. Tu incansable razon hara sus intentos, claro esta, por destruirme, fui demasiado repentino en llegar a vos. Mi naturaleza hermetica no me dejo otros modos. Y vas encontrar simples juventudes en las cuales detenerte hasta absorberlos en su totalidad, hasta secarlos. Porque asi funcionas una y otra vez. Tu sed es tanta que nunca logra saciarse. Es una magnifica maldicion para este mundo, querida. Ese resabio vampirico que ocultas tras tu inmensa y hermosa presencia no deja opciones. Porque al igual que yo, tus dientes estan perfectamente medidos. Aunque inexperta, sabes poner a tiro a alguien, y sabes como purgar cada pequeño rincon de su finita existencia. Y me fascinas al hacerlo. Bajo tu piel de Clare Kent tambien habita una cazadora que odias reconocer. Porque te causa pavura ver los insondables limites de tu ser. Sin embargo, usas sus virtudes, querida, del mejor modo posible. Pero hasta que no sepas manejar tu existencia, no habra mas miradas fijas. Hasta que no seas capaz de ver realmente, dormira en mi el titan que por accidente te desnudo y te dejo indefensa suplicando por un dia mas de vida. No se abriran mis pupilas hasta que no entiendas el inmenso gesto amoroso que esto significa. No pondre a vibrar tus cuerdas mas de lo que estas dispuesta a soportar.
Y mi perfume volvera nuevamente a inundarte, solo que la proxima vez vas a ser conciente. El camino va mucho mas alla de lo que podes siquiera imaginar. Tus alas son mas grandes que lo alcanzas a apreciar.
Pero ciertamente, el mundo va acomdando solo las cosas. Y es innegable.

Me manifiesto en vos, desde dentro tuyo, una y otra vez. Y siempre lo voy a hacer ya que no tengo mas opciones, mi naturaleza me lleva inevitablemente a eso.
 Los años pasan y te acercas y te alejas, y entre nosotros pasa mas gente, pasa mas mundo. Y sin embargo, aca estamos, cada vez mas cerca. Repito, tomate tu tiempo para saciar tu curiosidad, no me molesta. Entretene tu existencia mientras yo no estoy, como siempre hiciste. Date el gusto de probar cuantas miradas tengas que mirar. Date la libertad de sentir que alguien realmente te entiende. Pasea por el mundo y sus ingenuas juventudes crestosas. Todavia falta un tiempo antes de que mi velamen arribe. Siempre fuiste, sos y vas a ser libre, de eso se trata el juego. Sentite querida, senti que podes explotar de alegria. Enmarca tu cara con unos brazos que te recuerden la tibieza y cae presa, finalmente del asfixiante abrazo incomprensivo. Inspirate locamente, senti la montaña rusa. Dejate llevar por el enamoramiento y sus frivolidades. Se feliz al regalar alegria.

Finalmente, sera lo que tenga que ser.

Finalmente, la Verdad nos hara entender.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Dorrego

La emisora de radio quedo en silencio y Lucas tuvo, accidentalmente, un momento en blanco, una chance de reentender. Noto, en una primera instancia, que habia perdido el encendedor.


Tambien se dio cuenta de que el cafe estaba frio y de lo incomoda que era, visualmente, la cocina. Pero una esperanza pasando por la ventana con una piedra verde hizo que atropellara su mirada contra la tabla derviche que regocijaba su colorida existencia en la pared blanca.
 De pronto Lucas sintio un golpe en la frente y la imagen se desenfoco llenando de nubosas y coloridas formas todo cuanto podia ver.


Ahora bien, en una primera impresion eran, estas formaciones, carentes de sentido alguno. Pero luego noto con sorpresa que, en primer lugar, estaban en constante movimiento.
 En segundo lugar, cada posicion determinada de cada una de las nubes era coherente con la totalidad del resto de los componentes y hasta parecia tener sentido su misma existencia.

Un poco del involuntario, muchas veces, pero automatico e inevitable analisis interpretativo, y otro poco de la cerveza que acababa de terminar , hizo que Lucas lograra un cambio de esta vision hologramica, de este velo que anteponia su expresion entre el mundo y su mirar.

Lucas creyo ver un rostro... al instante otro mas alla... cerca de las pestañas...
Lucas sintio miles de caras pasar por sus parpados, sombreros tomando cafe, pilotos apoyados sobre la parada, pipas levitando sobre los bancos de las plazas, correas que paseaban correas... camisas colgadas al sol...
Vio velas que ardieron todas de una vez en una sola noche, vio inocencias perdidas entre pasos de gigantes, vio los insondables misterios y peligros que el mundo esconde, vio el nervio de lo eterno y sagrado.

Lucas vio un buey esperando hasta morir por un reverdecer que el pasto nunca sintio, un tren dormido en una via muerta, una nota de clarinete que nunca llego a los labios esperando a que su silencio acabara.
Lucas vio que el suelo estaba cubierto de semillas que nunca llegaron a humedecer.

Una vez mas, la madera impacto directamente en sus corneas, con toda su azul existencia. Por suerte encontro una excusa y se acordo que acababa de quedar desprovisto de oregano y nuez moscada, por ende se decidio en ir de compras.



¿Como describir ese momento sublime en que uno siente el contacto suave en los pies, esa caricia fibrosa pero blanda, esa infinidad de tendones arqueando gracilmente su existir?
Una vez en la calle, todo se volveria sinuoso y confuso, pero increiblemente armonioso.


Ese primer contacto con el pavimento fue tan renovador como siempre lo habia sido, y esto le daba cierta confirmacion de las cosas.
En menos de un segundo cayo surfeando la Dorrego.

A toda velocidad, en ese mismo momento doblaba un bondi...


(Nota del Manual de Instrucciones: Leer escuchando "Deep in it")

lunes, 16 de noviembre de 2009

Y Hermes atraveso el mundo...


Con manos de alquimista te doy una nueva forma. Jugando por un instante con el brillo de tu espuma. Viendome reflejado en ella millones de veces, minusculamente. Miles de Hermásticos entre miles de Alicias que podrian ser. Mil veces mil caricias a mil Alicias que se repiten fractalmente diseminandose por mi piel. Subiendo por mis brazos.
Suben.
Raudamente suben.
Abriendose paso por los mandalas invisibles de mi piel siento el inmenso calor de tu espuma sobre mi abrazandome una vez mas, entrando por mi ojos, ganando mi garganta, llenando mis pulmones de tu sal.
Me desbordas.

Me hechizas en tu vaiven.

Te estiras infinitamente entre los acordes viejos y mojados de mi ser. Adentrandote en mundos subterraneos, muy lejos del sol, irrumpiendo en mi estancia mas profunda llegas desde la oscuridad llevandote todo a tu paso. Como una ola universal que nada deja sin cubrir con su espuma dorada me llenas de tu perfume. Y siento la paz de nuestro encuentro en mi esta vez.


Y veo una nueva luz, un nuevo color, jamas revelado al comun de los mortales.


Y sonrio sin sonreir.



Y en los mas hondo de mi existir siento tu compañia...

Desconocido

Uno a uno caen los escrúpulos que me separan de una sinfonía de rubíes. Sin que alcances a percibirlo me obsequias los cristales de tu humanidad.
Tu presencia se humedece.

Demasiado consciente, tal vez, de tu postrera situación, se agita dentro tuyo una vieja voluntad de vivir.

¿Y si resulta que desperdiciaste tu último amanecer?
 ¿Cuando vuelvas a formar parte del todo y su inmutable silencio, perdonarás haber suprimido tantos latidos?


Los pasos se descuentan y notas que no estás en ventaja en este juego. Si supieras lo tierna que te ves desesperada en el piso, catatónicamente inmóvil, aterrada. Conmovido todo tu existir descubrís que llego hasta donde tu mirada no. Pero en tu inútil intento de replegarte dejas al descubierto tus esperanzas, querida. Es no debe hacerse. La lucha es eterna y gloriosa. Nos pone a la altura de los grandes vientos del mundo.

La lucha, querida mía, es inmortal.

Tus fuelles se abren desesperadamente, tu tambor golpea tan fuerte, mi trágica muñeca. Tu inconmensurable razón intenta adivinar el momento en que por fin suene la primera gnota de este movimiento.
Tan clara y pura es, mi querido arpegio nefasto, esta primera figura del compas. Lejos de lo que quisiste creer, esto solo es el comienzo. Le pido al director que intente entender lo que mi pluma quiso decir al rasgar los pentagramas tan raudamente.

Plop! Una manzana cae al piso.


Me detengo un segundo a observarte. La belleza que irradias es algo digno de ser deleitado una y otra vez en las salas que mis recuerdos habitan. No lleves la mano a tu pecho, querida. Nada empieza en tu pecho. Ha de empezarse cada cosa por su principio, y el principio de toda tu existencia está en tu mente.
Abro mis pupilas para vos. Disfrutalo, sentite halagada, no lo hago con frecuencia.
Ahora ves la fiereza de mi existir. La férrea mirada que se esconde detrás de mis largas pestañas de conejo. Pero como siempre pasa cuando lo hago, intentas enterrarte cuanto haga falta para evitar sentir que te atraviesa macabramente.
En efecto, lo sentís... y sentís como sangra tu voluntad quebrada.

Ahora viene a mi. Sabía que vendría en algún momento.
Un débil intento de piedad me asalta. Pero la belleza con la que ahora ardes no merece mi piedad. Lamentablemente es mucho mas sublime que mi piedad, tan usada con todo el mundo. No, mi querida sinfonía, sos mucho mas especial que eso. Por eso es mi acercamiento, tan grácil y elegante. No puedo decepcionarte.
No hay silencios para la vulgaridad en este juego.
Tus ojos son un pianissimo oboe, con un lamento con olor a sal. Los violines de tu muñecas dibujan una flor perfecta en tu pecho, llenando tu respiración de sordos y agudos gemidos. Me pierdo en tus vientos por un segundo, tan dentro tuyo nacen. Tan íntimamente ligados están a tu pensar. Con la misma fuerza con la que querés acabar con esta situación sale de tu busto ligeramente húmedo.

Busco entre tus tubérculos el nervio de tu voluntad.

Mientras me acerco a ese pilar de luz ardes con mas fuerzas, luchas por mantener tu propio dominio, y con mas fuerzas te busco. De pronto todo se aclara y vuelve a ser analizada rápidamente tu situación.

Tu mirada vuelve a parecer perdida, como si no entendieras las partituras. Entonces mis labios dan otra pincelada azul y fresca, para ayudarte a recordar. Te doy ese beneficio.


Es en este momento, mi esperanza, que me nutro. Muerdo la piel de tu existir y bebo glotonamente de tu néctar procurando no dejar caer un solo segundo en la arena del tiempo. Es ahora, que se calcinan tus aristas, cuando puedo verte en tu verdadero esplendor. El juego ensayado de la libido nada tiene que ver con esto. A diferencia de hace unas horas, ahora estas en tus limites. Ahora no hay experiencias previas. En este momento solo estas vos frente a la vida. Ahora desnudas tu increíble esencia. Ahora tus ojos reflejan tus ganas de encontrar algo en que creer.

Llego, finalmente, a vos.

Quemando mis uñas apenas logro pulsarte... y cómo te agitas, querida.

De pronto todas tus hebras son puro movimiento. Súbitamente te das cuenta cuán viva estas. Y la madera rojiza que te rodea te parece, de pronto, mas madera. Aunque te horroriza pensar que puede estar mucho mas roja aun.

Plop! Cae otra manzana al piso, de la pipa sale otra bocanada, desdibujándose en semifusas tresillas.
Casi imperceptiblemente toco tu pecho, que se agita como un colibrí. Ya estamos a tan solo un movimiento con tal solo unos pocos y gloriosos compases. Sacro momento en que abandonas toda tensión de una sola vez.
Agitándose un ultimo instante los labios, estas ahora relajada en el suelo.
Ya no tenes por que preocuparte, querida.



No hace falta que vuelva a tocarte.

(Aclaracion del Manual de Instrucciones: Lease escuchando el tema "Weak and Powerless")

Liliana

Una vez mas habia llegado el fatidico momento. El dia, el tiempo, ese capricho inexplicable del hombre de medir y limitar su "tiempo" en la vida. Una vez mas las rutinas
habian destruido el misterio inicial del dia en entregas, en los 10 minutos del micro, en los 25 del viaje, en las clases divididas con precision quirurjica, en desayunos y cenas. Una vez mas habia concluido otro "dia". Liliana miraba la oscura habitacion con esa nausea que hacia dos meses la acompañaba al umbral de la noche, a esa division de lo cotidiano.
Ya empezaba a sentir los golpes que el sueño propinaba con siniestra meticulosidad en todo el cuerpo. El frio con que el cansancio anunciaba su llegada subia por los pies. Las imagenes luminosas del televisor habian comenzado a verse confusas tras el manto de terciopelos de colores oscuros. La saliva se espesaba en una boca que bostezaba sin parar. No habia otro remedio, habria que ir a la cama. Portugueses hablando de sufrimiento y exorcismos volvian surrealista la escena, mientras se le caian las lagrimas a Liliana.

Luego de desvestirse Liliana sintio que la cama se la tragaba glotonamente, casi asfixiantemente, casi reclamandola. Mientras empezaba el camino hacia una realidad personal y con menos limitaciones sintio un viento frio desde adentro, una corriente de aire tibio, era casi un viento subterraneo. Papa abriendo la cama para que su princecita se fuera a dormir y cantando un arrumaco.

Oscuridad.

Algo se quebro una vez mas. Liliana no pudo no oir y se desperto abruptamente. ¿Habia sido el gato? ¿Que habia roto esta vez? El gato estaba en la ventana, mirando la ciudad. Seguramente habia sido el gato. Hacia ya un tiempo que el pequeño bribón tiraba cosas mientras ella dormia... habria que hacer algo con ese gato. Quizas encerrarlo era lo mejor, pero ¿en donde? No iba a servir de nada, los gatos tienen la habilidad de salir de cualquier lado. Aparte era muy cruel. Liliana se levanto y reviso el departamento. Afuera la ciudad tenia sus luces, sus plazas, todo tenia su sombrero luminoso. Todo estaba inmovil. Un libro tirado en el piso con paginas arrancadas. Que lastima, era una linda edición de "La Historia sin fin". Tendria que buscarlo devuelta en la libreria, y con lo que cuesta encontrar ese en particular hoy por hoy.
Liliana quiso volver a dormir pero no pudo. El reloj marcaba las cuatro cuarenta, Liliana agarro la flauta y se puso a tocar bajito canciones infantiles. Era dificil recodarlas, ya hacia mucho que no las tocaba, pero extrañamente, logro recordar una particular.

Otro dia, mas rutinas, mas clases, mas ciudad, mas trabajo, mas semaforos y agua hirviendo para un cafe que siempre se enfriaba. Mas television vacia, mas lecturas, mas gato comiendo sobre la tabla de la cocina, mas nefasto terciopelo. Liliana sintiendose enclaustrada en la cama una vez mas, otra vez el ahogo y la transpiracion fria justo antes de dormirse. Una vez mas, Liliana sintio ese recuerdo, ese olor que tenia su padre. Una vez mas, Liliana sintio algo que se quebro. Solo que esta vez, tuvo la fugaz imagen de ella con seis años llorando en un mausoleo hasta muy tarde esperando sus arrumacos. Y cuando desperto, estaba sosteniendo el reloj... sin saber desde cuando...

Cuadros

Eran las seis. Carlos vino a darse cuenta tarde del fatal error, de ese salto al vacío que implicaba, de ese pequeño extinguir en el que ahora estaba sumido. La simple reubicación del cuadrito de quince por quince que le habían regalado los chicos del metegol. Acto tan simple como nefasto. Liliana había criticado el hecho tildándolo de vulgar y frívolo. En cierto modo era cierto… era absolutamente cierto. Mas allá del "momento de inspiración" pudo ver que el cuadrito, inocente en apariencia daba sentido al resto de la pared, daba un por qué a la lámina de Monroe que estaba en la pared de enfrente, daba cuentas a la existencia del cadáver del mosquito en la esquina (y hasta la justificaba). Indicaba al observador un punto específico desde el cual debía contemplar (y cómo) el resto de la habitación.
Pero lamentablemente ya era tarde, ya estaba hecho, ya el punto de retorno había sido escrito. El enduido seco hacia ya varias horas se burlaba cruelmente, el clavo lastimando la pared lo incriminaba con su férrea existencia. El cuadrito, por su parte, intentaba desesperadamente salvar la situación de modo inútil.
Esta nueva descripción en constante fluir de un nuevo universo era tan imperfecta como desquiciante, la falta de armonía era tan notoria que simplemente no era soportable, todo estaba movido, hasta los confines del espacio, hasta los limites del tiempo. De pronto Carlos sintió una náusea, un rejurgite de mundo, un quiebre de compás; en ese momento algo en él se descascaró. Recuerdos y pasillos! Recuerdos y largos pasillos por todos lados!
Ansia y angustia, vértigo y desolación empezaron a asomarse por los marcos, por los zócalos, recuerdos de todos Lilianas untando mal la manteca, dejando los discos desordenados, cerrando mal las bolsas. Recuerdos del portero lustrando mal los bronces, de su jefe Suárez redactando mal un comunicado interno, recuerdos de él mismo arpegiando mal, recuerdos de traspies al hablar, al tomar café, al caminar, al levantarse con la boca pastosa y los ojos gomosos, pasillos de recuerdos por todos lados formando laberintos para una legión de minotauros que enceguecen con un disco solar en cada mano.
Errores repitiéndose una y otra vez, atacando por todos los frentes, descabezando y diezmando todos los ejércitos con los que Carlos intentaba impetuosamente ganar esta nueva y atemporal batalla.
La respiración se dificultó de un momento a otro, la tensión de las sienes sostenía un mundo en el espacio que comprendido entre ellas, los labios endurecidos por el tambor del pecho marcando una marcha demasiado rápida, los ojos inyectados y ciegos, los puños cerrados destrozaban el cuadrito y la voz desgranaba toda la habitación a gritos…
Súbitamente, se apagó la imagen…
Carlos se despertó por un viento fresco que entraba en compañía de la luna en medio del licnubio de la ciudad, volviendo al parquet un mar de petróleo borravino. Liliana ya dormía, y la comida estaba el horno aun… "Cuadro de mierda" soltó mientras se quitaba los vidrios de los nudillos.

(Aclaracion del Manual de Instrucciones: Lease escuchando el tema "Moldavian Song")

Hermastico Bicefalo

Calculo que mis palabras llegan a ustedes del modo mas intimo. Me interesa este punto, ya que me gusta ser leido desde adentro.
Este ejercicio repetitivo de salir, una y otra vez hacia un afuera no coincidente es algo que uno aprende a hacer de ciertos modos. Y quiero que mis palabras discordantes lleguen a ustedes en ese ultimo momento de intimidad con que contamos antes de que el sol rasgue la linea en donde el cielo quiebra la mirada.
Tal vez no sean mas que delirios insanos para insanos y casuales lectores. Sin embargo, necesito que salgan de mi para poder verme de cerca. Asique espero sean de su agrado los dedos que elijo para mis manos.

No busquen demasiada correccion por aca. Soy una persona bastante informal.
No busquen nada que no puedan encontrar en el el tintero de su propia expresion.
Y si es la curiosidad la que los trae por aca recuerden siempre aguzar sus bigotes, queridos lectores, ya que no alcanza solo con intentar encontrar.
Este blog es el resultado de desbordar otros medios, asique pueden encontrarlo especialmente atropellado. No se violenten ante esto. No es mas que la incomoda expresion del ser.

Me presento, señores, con ustedes, Hermástico Bicefalo.