domingo, 27 de diciembre de 2009

Cuanto tanto

Las ruedas giran sobre si mismas una y otra vez, entendiendo y aceptando los crueles e invisibles dientes del pavimento.
La realidad se desgasta al definirse sobre si misma, destruyendo nuestra verdad una y otra vez, reafirmando su tensa supremacía.
Los cordones, las baldosas, los miles de escalones, todo se carcome lentamente al ritmo de nuestros pies. Todo queda rendido ante esa marea de goma que se mueve por las superficies de la ciudad de modo caprichoso. Al ritmo de las luces etíopes, que son el palpitar, son el compas cardiaco de los pasos que da esa bolsa de naranjas que esta por doblar la esquina de Rivadavia. Que en su lento desplazar arroja su perfumada verdad sobre sus eternos enemigos, sus tumbas. Porque los cestos de basura siempre han sido esto. Son glotonas criaturas, rechonchas, cortas, que devoran cuanto cadáver gravita cerca de sus pestilentes bocas. Los cestos de basura recuerdan la podredumbre de la muerte. Son esa postal póstuma en medio de la urbe.
Los flamencos alimentan a borbotones con su petróleo azul y rojo los estómagos de los  metálicos quirquinchos que vomitan gente.
Bajo las calles, hijastras artificiales del sol, se extienden kilómetros de frías y húmedas galerías, llenas de una negrura densa y férrea. Oscuro laberinto que alberga al gran gusano, que engulle humanos a montones. Esa gran lombriz abierta por todos sus costados se alimenta de la vida de los tumores de carne hasta atorarse. El macabro ritual se repite cada mañana. Cada mañana la enorme y glotona y rastrera víbora, a la misma hora estipulada embruja y encanta a cada uno por separado, los hipnotiza con su movimiento para, finalmente, abrir todas sus bocas de una vez.
Los devora.
Los adoquines, las luces fluorescentes, los carteles, las ventanas, todo titila cuando una cuadrilla de sesenta gigantes se pasea por toda la ciudad. La goma, la eterna goma que se acumula a los bordes de la cara, ese extraño y muy sutil adormecer en la comisura de los labios, todo le indicaba que ya había caminado, que ya había estado, que ya había sido alguna vez. La extraña familiaridad que paladeaba, la irracional seguridad que se cernía sobre sus espaldas mientras observaba a un sujeto de raro actuar. La ausencia del sol, la luz suave, la falta de aire, las fallas en las veredas saltadas, el verde entre la esquina y el cordón.
Había olvidado que esta ciudad tenía un fondo tan verde y tan mojado. Había olvidado tanto gris, tanto cielo tapado, tanto pérfido y elaborado personar.
Glorias de otras épocas se acumulan en las plazas, inmortalizando la labor del bronce y el hierro. Acercarse nuevamente era nuevamente entender el eco asmático de bandoneón que había quedado atrapado en sus oídos, aprisionado, que se encarna a veces en el fuelle de su pecho cada vez que se inunda de los buenos aires de esta ciudad. Tan indómita, tan civilizada y salvaje, tan revolucionaria y mediocre.
Sumidos en sus bases hay sangre y huesos, y banderas, y gritos de libertad, desde siempre corrompidos por negros intereses. Sin embargo, los héroes dormidos del pasado se desintegran en las nuevas juventudes.
Cuanta nada, cuanto todo, cuanta gente, cuanta ciudad.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Walking Around (Pablo Neruda)

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de luna,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Palabras de Tolkien

Frodo: No puedo hacerlo, Sam.
Sam: Lo sé. Está todo mal. Para empezar, ni siquiera deberíamos estar aquí. Pero estamos. Es como en las grandes historias, señor Frodo. Las que realmente importan. Estaban llenas de oscuridad y peligro, y a veces no querías saber el final, porque ¿cómo podía tener un final feliz? ¿Cómo podía el mundo volver a ser lo que era cuando ha pasado por tanta maldad? Pero, al final, esta sombra es sólo pasajera. Incluso la oscuridad se acaba. Un nuevo día vendrá. Y cuando el sol brille, brillará con toda su intensidad.
Esas son las historias que se quedan contigo, que significan algo, aún cuando eres demasiado pequeño para entender por qué. Pero pienso, señor Frodo, que ahora lo sé. Los personajes de esas historias tuvieron muchas chances de volverse atrás, sólo que no lo hicieron. Ellos continuaron. Porque se estaban aferrando a algo.
Frodo: ¿A qué nos estamos aferrando, Sam?
Sam: A que hay bien en este mundo, señor Frodo, y vale la pena luchar por él.

martes, 22 de diciembre de 2009

Steigende Sonne... (Rising Sun)


Generalmente no era facil ver ese momento, pero si se ponia atencion, podia observarse ese traslucir, ese asomar a las puntas de las pesatañas. Sutilmente su presencia se evidencio, inundando toda la casa. Por debajo del sombrero desfilaban, calmos y en orden, una sucesion de huracanes.
El cielorraso desvaido dejo caer un suspiro en su espalda, los desfachatados marcos y esquineros ruborizaron sus duras aristas, y las tomas de luz no fingieron esta vez su sonrisa. Las canaletas faldearon juguetonamente sus hojas secas y su pintura saltada. Si se seguia la linea de las baldozas, las cortinas blancas desfilaban un sol potente y, de algun modo, renovador. Las hormigas del patio movieron en un mismo gesto sus antenas, saludandolo diminutamente en su mañanera existencia laboriosa.
El sonrio con una mirada calida e intensa, sabiendo que todo cuanto podia decir estaria de mas. Debajo del ala de su sombrero se agitaban las fusas, los trazos, un cantar, un eterno meditar hacia el interior del ser. Debajo del ala del sombrero, estaba la brillante negrura de sus ojos.
Dejo que el sobretodo cayera por una pierna, descubriendola, dejandola en su pantalona desnudez.
Se dejo adivinar y un murmullo tibio salio de los labios siempre cerrados.
El jazmin cansado de florear se arrojo por los aires regalandole su aliento fresco y los gorriones miraban acurrucados entre la enredadera.
Entonces dejo salir de si sus esporas de corcheas estiradas, de tresillos imposibles, de dibujos con tanto gusto a noche magica de verano, sus esporas llenas de todo el palpitar que sus manos esconden. Alcanzo ese ingravitar, llego a desarmarse en el aire que perfuma el jazmin, se deshizo en la corriente de aire que se agita entre las antenas de las hormigas, entre la enrededera, por entre las canaletas. Se quemo en la luz del sol que quemaba el blanco de las cortinas, y simplemente se dejo llevar por el viento, guiandose por el olor a sal.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Violin



Me refiero a que yo no era ya Lestat, sino un demonio, un poderoso y voraz vampiro. Y, pese a ello, Nicolás notaba mi presencia, la presencia de Lestat, el hombre al que había conocido.
Era algo muy distinto a cuando un mortal veía mi rostro y balbuceaba mi nombre, lleno de confusión.
Nicolás había reconocido en mi naturaleza monstruosa algo que él conocía y amaba.
Dejé de escuchar sus pensamientos y, sencillamente, permanecí tendido en el tejado.
Pero supe que, abajo, Nicolás se estaba moviendo. Supe cuándo cogía el violín colocado sobre el pianoforte y cuándo se asomaba de nuevo a la ventana.
Y me cubrí los oídos con las manos.
Pese a ello, me llegó el sonido. Surgió del instrumento y desgarró la noche como si fuera un elemento
reluciente, distinto al aire, la luz y la materia, que pudiera ascender hasta las propias estrellas.
Atacó las cuerdas y casi pude verle con los párpados cerrados, meciéndose a un lado y a otro con la cabeza inclinada sobre el violín como si quisiera fundirse con la música, hasta que se borró de mí toda sensación de su presencia y sólo quedó el sonido, las notas largas y vibrantes, los escalofriantes glissandos y el violín cantando en su propio idioma hasta hacer que pareciera falsa cualquier otra forma de hablar. Sin embargo, conforme avanzaba, la canción se convirtió en la esencia misma de la desesperación, como si su belleza fuera una horrible coincidencia, una extravagancia sin un ápice de verdad.
¿Expresaba esto lo que Nicolás creía, lo que siempre había creído cuando yo le hablaba largo y tendido sobre la bondad? ¿Era él quien se lo hacía decir al violín? ¿Estaba, tal vez, creando deliberadamente aquellas notas largas, puras y líquidas, para decir que la belleza no significaba nada porque surgía de su desesperación, y que tampoco tenía nada que ver, en el fondo, con tal desesperación, pues ésta no era hermosa y la belleza era, por tanto, una terrible ironía?
No supe qué responder, pero el sonido se extendió más allá de Nicolás, como siempre había sucedido. Se hizo mayor que la desesperación. Se transformó sin esfuerzo en una lenta melodía, como el agua que busca su camino en la ladera de la montaña. Se hizo aún más rica y oscura y pareció haber en ella algo indisciplinado y rebelde, enorme y sobrecogedor. Permanecí tendido de espaldas en el tejado, con la mirada puesta en las estrellas.
Puntos de luz que los mortales no habrían podido ver. Nubes fantasmales. Y el sonido penetrante y desgarrador del violín finalizando la pieza lentamente, con una exquisita tensión.
No me moví.

En silencio, entendí el idioma que hablaba el violín. ¡Ah, Nicolás, si pudiéramos volver a hablar...! Si pudiéramos continuar «nuestra conversación»... La belleza no era la perfidia que él imaginaba, sino más bien una tierra inexplorada donde uno podía cometer mil errores fatales, un paraíso salvaje e indiferente sin postes indicadores que señalaran lo bueno y lo malo.
Pese a todos los refinamientos de la civilización que conspiraban para producir arte —la mareante perfección de un cuarteto de cuerda o la irregular grandeza de los lienzos de Fragonard—, la belleza era algo salvaje. Era tan peligrosa y anárquica como había sido la Tierra eones antes de que el hombre tuviera el primer pensamiento coherente en la cabeza o escribiera el primer código de comportamiento en tablillas de arcilla. La belleza era un Jardín Salvaje.



("Lestat, el vampiro" Anne Rice, 1985)

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A veces sos Nicolas, y te deshojas ante mi como una flor llena de alas que quemar. A veces veo como se arroja a la negrura de mis ojos tu naturaleza cruda y salvaje, asomando de la crisalida gris con que decidis vestirte. Luego te escondes, temerosa y tierna, luego te devuelves al gris cascabel desde el cual resuenas. Luego tu mirada vuelve a ser tan encantadoramente fria y calculadora, tan distante.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Fallidos.

(Lease escuchando "Sorgens Kammer" de Dimmu Borgir)
Cris no soporto mas ese asedio, habia decidido dejarse caer sobre si mismo, autorizarse un poco de necia crueldad. Sabia que luego vendrian las preguntas, las investigaciones, los extraños merodeando con pasos que se pierden en la soledad que nos rodea a cada vuelta de pasillo. Nada de eso sopesaba la pulsion hacia los actos que acababa de determinar.
¿Como iba a permitirle seguir vivo con su estupidez tan a flor de piel? ¿Como iba a dejarlo vivir si, en el fondo, sabia que lo llevaria a un fin certero? Casi lamentaba haberlo vuelto a su naturaleza. Apenado hasta lo enfermizo por no haber advertido como se comportaria en su nueva condicion, apuro sus manos.
Ahi estaba él, tan estupidamente feliz, secando a otro mas vivo reflejo de su ser. A la vista de la luna se dejaba vulnerar estupidamente mientras ellos terminaban de adivinar de donde venia el timido aroma a sangre que asomaba por el borde de los labios. Cuadras atras les parecio haber sentido una reminicencia, y como los perros que son, se dispusieron a divagar tras esa sensacion. Como los perros que son, su limitada capacidad no les permitio hacer otra cosa y, finalmente, dieron con el y con Cris, que miraba lamentandose una vez mas.
No, no podia dejarlo vivir, sencillamente lo exponia. Solo se conocia a si mismo y a nadie mas como el. No podia darse el lujo de extinguirse. No podia darse la libertad de abandonarse...

Fue curioso el modo en que esta vez la imagen se aclaro, como las cosas adquirieron repentinamente esa sensacion de libertad, como todo su cuerpo se apresto para la elegante y cruel masacre.


Antes de que el reflejo perdiera su brillo lo tomo sorpresivamente por el cuello con las dos manos. Unos ojos confundidos, apenas con un dejo de conciencia; un corazon dando sus ultimos redobles, un espantar que se llenaba de asombro y fantasmagorico miedo al ver la celeridad con que Cris lo aparto de si. La mirada del pobre idiota que no entendia como su fuerza no era tal al compararse con la de el. Todo se cumplia tal cual habia sido predicho. Cada dedo hundiendose lentamente, desgarrando la piel poco a poco, avanzando cada vez mas profundo en la carne seca, dibujaba mariposas rubies en los hombros y la espalda. Finalmente se esucho un tronar sordo, como ramas quebrandose en lo profundo de un bosque. Los gritos se hicieron insoportables, el pobre idiota tenia una voz potente ahora que aspiraba a intentar dominar la noche, lastima que su brujeria nunca fuese perfeccionada. Lastima que Cris lo estuviera quebrando por dentro. Lastima que haya sido tan idiota.
Los brazos se desprendieron en una ola de sangre, mientras el idiota caia de rodillas cegado de dolor. "Oh si, pequeño. Creiste que nada iba a dolerte? Todo te duele con la fuerza de la inmortalidad. Cada instante de tortura es muchisimo mas profundo que lo que recuerdas de tus dias comunes" penso Cris con macabra satisfaccion.
Ahora llego el momento de abrir su plexo. Sus manos dibujaron una perforante sonrisa que arbian la boca del estomago del novicio de lado a lado, y todo cuanto podia contener cayo como una marea de cerezas sobre las baldozas mojadas. El idiota caia al piso, lamentablemente, sobre su propio salsa, horrorosamente conciente del dolor que lo vaciaba y desmembraba.
Cris se tomo el trabajo de cortar uno a uno los musculos del cuello con admirable precision y paciencia, sus uñas siempre le habian facilitado esta labro. Y aunque intentara ver las cosas de otro modo, siempre le habia fascinado el hecho.
Un saco de carne roto, vaciado y deshilachado cae al piso. Ahi, al costado, al borde de la vida, un muchacho respira petrificado, sin poder salirse de su espanto, con la respiracion y la mente perdidas, pero lo suficientemente encontradas entre si como para ser mudo e inmovil testigo de cuanto sucedio.
Cris estuvo a punto de irse, pero antes decidio terminar con ese espantar. Se dio vuelta y lo miro fija y gelidamente.
"Lo siento, pequeño, pero ya no tienes nada que hacer"
Cris lo abrio al medio por el pecho y saco su corazon aun latente. Lo dejo a un costado, a fin de cuentas, a ellos les encantaba.

Ellos invadieron el cuarto silenciosamente.

Cris dio un salto imposible y termino mirando desde una ventana.

"Coman, perros, que les sea provechoso... mientras dure"

La claridad de la noche le abrio su cielo estrellado, como lo hacia siempre. Cris veia las veredas de lejos, husmeando por las ventanas y oliendo el bosque en la distancia.


martes, 8 de diciembre de 2009

Feriados

  Maria y sus parpados empezaron su discurso del mundo. Suavemente las pequeñas verdades que confirmaban las cosas empezaron su describir, ahora brumoso, todas ellas.
Era curioso ver como se diferenciaban en su mensaje. Era entretenido ver los distintos traumas y complejos de cada cosa en particular con ojos tan dormidos.

Los restos de las huellas de un ingenuo encanto ceniciento durante el licnubio hacian que estuviera algo reflexiva por saber que de un modo u otro, si bien todo habia formado parte de su voluntad, su voluntad era muchas veces de naturaleza contradictoria. Como si no pudiera controlar ciertas cosas, como si no se conociera del todo.
  La depresion de la lapicera que causo un cruel cigarrillo con su quemar una noche de descontrol la habia vuelto un poco mas callada. Ahora se sentia siempre incomoda, cada vez que escribia, como si supiera que su armonia estaba quebrada para siempre. Como si ese desfigurar eterno no fuese a dejarla en paz nunca.

  Pobre, es tanto mas valiosa de lo que cree y se deja llevar por sus heridas de guerra. Ya su avance sobre la limpida blancura, su violenta tension  sobre la siempre virginal rectitud de los renglones (que nunca son tan negros como su tinta) no era soberbio, pues se sabia herida y transfigurada. Sin embargo, era empuñada febrilmente una y otra vez acorde a lo que las manos de Maria iban requiriendo para hilar trenzas y caireles de ideas.


Despertador histerico, cafe, teclas, botones, cuchillos, cucharas, cajones, teclas, bips electronicos, silla.

Bandeja en la mesa.

Afuera la ciudad empezaba a perder nuevamente la nueva cabeza y Maria ya sentia como levemente la contaminaba con su transito, su stress, su sinfonia tempestuosa. Lo curioso era que todo eso se habia vuelto parte de esa inentendible calma que empezaba en el umbral de la ventana.

El televisor apagado estaba extenuado de tanto callarse, teniendo para recitar perfectamente tantas fatidicas noticias, no le era permitido un solo comentario esa mañana... incontenible, tan lleno de mundo, de cotidianidad, de macabra actualidad, de pactos sociales, estallo con su horario de encendido... como respuesta recibio un rapido y ensayado movimiento que lo silencio una vez mas mientras que de los labios se escapaba una pequeña sonrisa de satisfaccion.

Maria simplemente se limitaba a una mirada pasiva, pausada, no se decidia a dejarse llevar por el dia.

Un monton de palabras, cientos de ideas, miles de apreciaciones jugaban entre ellas en los estantes que se sostenian en las paredes. Con sus coloridos lomos en sucesion, con sus sugerentes adornos bidimensionales que dejaban tanto espacio para las sutilezas y pequeñas apreciaciones. Lo penso, acaricio la idea, la paseo por los ojos, pero la desestimo tambien.

Paso lo mismo con las zapatillas, la flauta, el libro de ajedrez y sus analisis. Las sugerencias, invitaciones, las ajetreadas peticiones de extraños correos y mensajes. Paso con el caotico reflujo de recuerdos de oficinas, todo lo que repasaba en su mesa iba a parar al fondo del cajon de sus pupilas.

Pero habia algo tacito sobre cada cosa. Habia un olor a sal que se apoderaba de las comisuras de todo.

Se decidio en abrir la ventana y, de un modo u otro, romper esa paz, dejarse invadir con la elegancia que la caracterizaba, por el recuerdo y la cotidianidad. Entrar en esa guerra de sensaciones, ese debatir constante entre las paralelas de la existencia.

Sabia que siempre disfrutaba ver los nuevos modos que encontraban para enredearse sin importar cuan irritantes pudieran ser sus productos porque, de alguna manera que desconocia, habia logrado un automatico sobreponerse a esto.

Entre el estoicismo, resignacion, acidez, y otro monton de cosas habia conseguido cierta paz inquebrantable, solo alterada y mutada por la mendiga interpelacion a la que obligadamente tenia que recurrir con esos extraños objetos.

El aire que entraba por la ventana traia aun mas sal, y si bien eran buenos aires, su smog tenia una reminicencia radioactiva y venenosa, cargada de frustraciones. Todo cuanto se filtraba por la ventana era molesto, y estuvo a punto de cerrarla, pero hubo algo que detuvo sus manos en seco, subitamente.


Justo mientras se posaba en las flores del arbol de la vereda de enfrente (que se veia tan distante, engañosamente), se dio el lujo de cerrar las puertas de sus ojos. Dandose un minuto para distinguir y separar, concediendose ese espacio, ese instante de calma, logro percibir, unos pisos por debajo, una timida melodia con gusto a viento, con sabor a crepuscular calma.

De otra ventana escapaba serpenteando, sorteando la ciudad y su tensa expresion sobre el asfalto, una muy sencilla melodia que se teñia con la humedad del aire.
Se enredo en los mechones dormidos que caian sobre sus hombros, jugueteo en la promesa de su cuello y los arabescos que su mirada dibujaba.
Alegremente acaricio con un tresillo fresco su frente de marfil y rosas.
Envolvio su cintura, meciose un instante en sus caderas y luego volo a los confines de las alas de sus sienes.

Pobre muchacho, no tenia ni idea de cuanto habia alegrado su despertar. Aun en esa distancia de ventanas, aun entre tantos aires (malos y buenos).

Pese a las cicatrices de la lapicera, al despertador histerico, al cafe, las teclas, botones, cuchillos, cucharas, cajones, teclas, bips electronicos, sillas y la indignacion del televisor. Pese a la noche ridicula con ridiculas consecuencias, pese a sus pocas ganas de lidiar con el dia, pese a los antiguos demonios y pese a ella misma... era sencillamente reconfortante.


Pese a todo, ella dejo caer una sonrisa.

sábado, 5 de diciembre de 2009

tarde sofista

Eduardo, tras ir por las frambuesas y abandonar las calles ajetreadas, las puertas de bronce y las viejas serpentinas rojas de las escaleras solitarias, se dejo llevar por la melodia de un viejo operone. El fractalismo multicolor de las veredas se ordeno en una sucesion curiosa, que lo llevo sobre el hierro y la piedra hacia un lugar perdido en otro tiempo, guardado en otros cajones, otra crapodina de veranos pasados, de petos que no eran azules en la jungla de Artemisa.

Sobre lo que parecio ser un pequeño campo sin estacas, estaba Sofia.

Sinfonia cerebral, deleite de sutilezas y reflexiones calladas, de conclusiones a media voz, soltadas casi con desden.
Hacia rato que Eduardo habia pasado a ser algo mas, pero en cierto punto, no le importo.



Un arañar metalico se convirtio en un tapiz, y las habituales manifestaciones espontaneas del ser afloraron durante un rato sobre la hierba, como las hadas durante un atardecer alegre. Hubieron castillos de ideas en el aire y viajes sorpresivos a tierras lejanas. Hubieron remeras violetas, cuadernos transfigurados, sogas azules, anotaciones, observaciones hechas por el poder del acercamiento.

Era hasta simpatica la idea de acariciar la idea de una realidad congruente.

Pero tampoco le importo.

Solo se abstrajo en espiar sobre el filo de cada momento, cada fragmento, cada sutileza que de ella escapaba furtivamente a traves de los pliegues de los parpados.
Si bien la vieja y conocida tirania del tiempo sesgo palabras, ademanes, posibles cosas, Eduardo sintio que Sofia, desde su lugar, ayudaba a ablandar el mundo.
Ayudaba a que todo fuera menos denso y, de algun modo, le devolvia un poco de esa descripcion magicamente infantil.

Entonces quiso darle una vieja estampita que tenia hacia mucho en el bolsillo y regalarsela.

Como era de suponerse, Sofia no entendio mucho lo de la estampita, y Eduardo a cambio le dio un helado y un beso en la mejilla.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Blue and happy notebook

"  My blue and happy notebook,
describing myself each time that I write on you,
    My blue unhappy notebook,
defining my will each time that I throw you through.
    My blue, new and happy notebook, to
fill you up is all I can do"

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  There was a boy,
and there was a crow,
and there was a lot of things to know.

  There was a girl,
singing out loud,
with her voice so brave and so proud.

  And there was a death,
and there was a guy,
who was so sad because of the accuracy of the strike.

  There was a child
smiling so glad,
because of her sweet's candy stripes.

  And there is a man,
and right there it is you,
with all your belonging smiles too.

  Now there is that man,
and there is a raven,
never nothing would be ever forsaken.

  There is a tear already written
there is a hope may never be token.

Notas...


La realidad parece una pelicula plastica que se desgasta. Y con mucha atencion puede uno ver entre los agujeros de esta eplicula, tan insistidoramente pegajosa en nuestros ojos y nuestra piel.

La neurosis que infecta nuestra vista, nuestros recuerdos, cede en algunos momentos y somos liberados por una breve gnota a la bella e inmutable eternidad que nos trasciende a nosotros y a todo cuanto podemos conocer e imaginar.

Siempre esta ahi... siempre inmutable.

Nosotros, torpes pasajeros, nos mostramos terriblemente inconstantes, increiblemente blandos y cambiantes.
No tenemos mas que nuestro entender para limitarnos y solo con eso alcanza para encerrarnos y atarnos en un discurso seguro y constante que reflejamos en nuestra descripcion del tiempo, en nuestro terco no ceder nunca un palmo, un solo instante a algo mas que nuestra caprichosa manera de ver las cosas.

¿Que nos define aparte de nuestro propio mirar, sentir y entender? ¿Que nos ubica y nos define?

Nuestros actos nos definen, pero solo en el momento de ejecutarlos, porque luego de ese instante de rigidez en el cual tensamos por completo nuestro ser nos volvemos blandos nuevamente ante el eterno e indefinido ingravitar. Volvemos a la elasticidad y al amorfo modo de exisitr.






Recuerdos...


Recuerdos...


¿Que es un recuerdo?

Un recuerdo es una pequeña carga electrica, y ni siquiera eso, es la huella de una carga electrica dentro una cereza cubierta de pelos y ojos y dientes...


Y sin embargo son algo mas...    y la nada misma tal vez.


Son porciones hologramicas de una realidad anterior, que forma parte de un mundo perdido que necesitamos reencontrar para lograr, muchas veces, una confirmacion a nuestros actos, una justificacion que separe nuestro juicio critico del sinsentido, del absurdo al que este mundo nos arroja una y otra vez a cada instante.

¿Que separa, que distingue y diferencia los recuerdos de la imaginacion? Si tantas veces juramos que un sueño fue real, ¿Como podemos fiarnos de nuestro recuerdos?

Por suerte la realidad se define a si misma. Por suerte existen las marcas, las cicatrices, la memoria emocional que muchas veces es lo mas real con lo que contamos.

Porque sin importar cuantas veces o cuanto pongamos nuestras pupilas mojadas a repasar mojados recuerdos y recapacitar sobre nuestros actos pasados, esa certeza que nos brinda la alegria, el tomar su mano, el beber de sus pupilas, el jubilo, la alegria y el terror, simplemente es mas fuerte que cualquier conviccion mental.

Una vez que uno se encuentra solo corriendo en la oscuridad, o en la cima de una terrible y hermosa montaña de luz, uno no necesita ni de la luz ni de la oscuridad. No necesitamos nada mas ante la esencia de la semilla ya germinada en nuestro pecho. Respondemos primariamente de modo automata. Uno de los pocos momentos en que no nos valemos de hologramas, de realidades fragmentadas.

Todo cuanto podamos opinar se hace bruma ante la espuma de la emocion.

Luego viene el momento de pesar, de medir, de calcular, justificar o invalidar, pero son todos vicios y mecanismos innecesarios que tan solo nos gusta usar. Porque en un primer momento no hubo necesidad de nada de eso para ser reales.

A veces pienso que las enseñanzas de la vida deben ser medidas y juzgadas por esa vibracion, por su intensidad, por las sutilezas del nuevo color al que se torna a cada instante. El resto son detalles.

Ese manto de pequeñas, hermosas, unicas e irrepetibles situaciones que uno va tejiendo con sus actos es lo unico que nos queda al final del viaje.

Todo lo demas se esfuma.

Las ideas, con todas sus insondables profundidades, pertenecen a lo material del mundo. Porque se ven proyectadas solo de este modo, solo en la materia.

Al momento de enfrentarnos a nuestra muerte no nos agarramos a nuestras ideas.

En ese momento tan intimo con nuestro propio existir nos aferramos al manojo de emociones que somos capaces de remomorar y que no queremos abandonar.

Cuando encuentro algo que eleva mis ciclos, no me gusta desperdiciar la enseñanza.




Hermástico

martes, 1 de diciembre de 2009

Palabras de colores...


Puedes siempre, tiernamente, asesinarme en tu imaginacion, y con la suavidad fria de tus olas borrar mis pisadas de las playas infinitas e imperecederas.

Puedes, si quieres, quemar con tu sal los caminos, los senderos, todo cuanto te sugiera que existo.

Puedes mininizar mis recuerdos y memorias, y volverlos, si quieres, un cadaver exquisito.

Que tus manos rasguen, entonces, los paisajes en los que atravese tu existencia. Que los deshagan y los dejen, entonces, en manos de las menades de tus pensamientos y sus productos.

Volveran mis oscuras golondrinas a tu balcon y tus terrazas, mas viendo que no estas, emprenderan el viaje de regreso, cansadas, tristes, infames. Y como dice el cuento, ya no volveran...

Todas mis palabras, todas mis melodias se hundiran en la nada que siembras macabramente a mi alrededor....
y soportaran el perfecto artificio de tu embestir una y otra vez... llenandose de agujas de color.


La oscura carcel en la que encierras a la fiera terminara por sofocarme, y en medio de un desgarrador lamento gritare tu nombre hasta enmudecer de dolor...

...Y sentire entonces la esplendorosa y terrible magnificencia de mi cariño carcomer mis viceras.


Paralizado de terror suplicare por clemencia, por un poco de compasion.


El cristal de mi existencia se enturbiara y no tendre mas que manojos de putrido sentir en mi corazon.
Y te sentiras segura al fin, conciente de conocer este juego mejor que el anterior...







Pero lejos de todo esto, querida, se encuentra mi meditar...

Porque voy mas rapido y con mas determinacion que tus trivializaciones y tus supresiones...

Porque a diferencia de los penitentes y de todos los demas...








...soy inmortal.

























Me renuevo a cada paso que da tu respirar, esa es mi naturaleza fresca y regenerativa que responde eternamente a la tuya y que te domina.

Mis sandalias danzaran con mas fuerza y alegria que antes y, lejos de agobiarse, encontraran en cada nueva ola una nueva oportunidad y excusa para expresarse sobre tu arena blanca y sonrosada.


Habra nuevos caminos y nuevos senderos para llegar a tu corazon... y nuevas memorias... y recuerdos...

Y tu garganta y tus cuerdas, querida, muy a tu pesar, cantaran nuevamente alegres melodias, trazandote una nueva costumbre... la de sentir propias agradables epifanias.

La de dejar elevar la temperatura de tus ojos sin ningun miedo a ningun abismo de movimiento y emociones.

 Entonces no habra muertos que celebrar. Aunque te asustes y te paralices al principio en tu andar, daras a tus manos inanimadas nuevos coloridos puntos y sedas para hilar.


Y felizmente se crearan nuevas paredes en las cuales refundirte, ahora de otros modos, mas gratos para el espiritu y mas productivos para tu pensar.
No habra necesidad de golondrinas ni mensajes, y el juego se tornara confuso, al principio para tu ser, hasta que entiendas la ausencia de parte de tu eterna y triste nostalgia.


Muy a tu pesar, querida,  la fiera destruira los barrotes extenuados de aguantar ("como mantequilla untada sobre demasiado pan"), y llenare de luz la oscuridad, mostrandote desnuda una vez mas.
Y desesperaras aterrada al ver que nada puede ponerte a salvo de mis ojos y mis sogas-brazos.
Y uan vez que te acostumbres a la sensacion, encontraras paz.
Adorare en mis labios tu nombre preciosamente como un salmo, y un mantra divino se sucedera en caricias en tu pecho, en tu cuello, en tus limpidos brazos.
Y sentiras la esplendorosa y terrible magnificencia de mi cariño carcomer las viceras de tus demonios, sentiras como acaba con el moho que no te deja respirar.
El cristal de mi existencia explotara una y mil veces en todo tu interior con su irresistible luz y el júbilo se adueñara de todos tus recovecos y laberintos...


 ...desdibujandote.




Y sentiras finalmente seguros tus pasos en un nuevo despertar a una nueva y vibrante era...




No te confundas, querida, a mi no me puedes trivializar...




No, no te confundas, querida...


Yo soy inmortal...