lunes, 16 de noviembre de 2009

Liliana

Una vez mas habia llegado el fatidico momento. El dia, el tiempo, ese capricho inexplicable del hombre de medir y limitar su "tiempo" en la vida. Una vez mas las rutinas
habian destruido el misterio inicial del dia en entregas, en los 10 minutos del micro, en los 25 del viaje, en las clases divididas con precision quirurjica, en desayunos y cenas. Una vez mas habia concluido otro "dia". Liliana miraba la oscura habitacion con esa nausea que hacia dos meses la acompañaba al umbral de la noche, a esa division de lo cotidiano.
Ya empezaba a sentir los golpes que el sueño propinaba con siniestra meticulosidad en todo el cuerpo. El frio con que el cansancio anunciaba su llegada subia por los pies. Las imagenes luminosas del televisor habian comenzado a verse confusas tras el manto de terciopelos de colores oscuros. La saliva se espesaba en una boca que bostezaba sin parar. No habia otro remedio, habria que ir a la cama. Portugueses hablando de sufrimiento y exorcismos volvian surrealista la escena, mientras se le caian las lagrimas a Liliana.

Luego de desvestirse Liliana sintio que la cama se la tragaba glotonamente, casi asfixiantemente, casi reclamandola. Mientras empezaba el camino hacia una realidad personal y con menos limitaciones sintio un viento frio desde adentro, una corriente de aire tibio, era casi un viento subterraneo. Papa abriendo la cama para que su princecita se fuera a dormir y cantando un arrumaco.

Oscuridad.

Algo se quebro una vez mas. Liliana no pudo no oir y se desperto abruptamente. ¿Habia sido el gato? ¿Que habia roto esta vez? El gato estaba en la ventana, mirando la ciudad. Seguramente habia sido el gato. Hacia ya un tiempo que el pequeño bribón tiraba cosas mientras ella dormia... habria que hacer algo con ese gato. Quizas encerrarlo era lo mejor, pero ¿en donde? No iba a servir de nada, los gatos tienen la habilidad de salir de cualquier lado. Aparte era muy cruel. Liliana se levanto y reviso el departamento. Afuera la ciudad tenia sus luces, sus plazas, todo tenia su sombrero luminoso. Todo estaba inmovil. Un libro tirado en el piso con paginas arrancadas. Que lastima, era una linda edición de "La Historia sin fin". Tendria que buscarlo devuelta en la libreria, y con lo que cuesta encontrar ese en particular hoy por hoy.
Liliana quiso volver a dormir pero no pudo. El reloj marcaba las cuatro cuarenta, Liliana agarro la flauta y se puso a tocar bajito canciones infantiles. Era dificil recodarlas, ya hacia mucho que no las tocaba, pero extrañamente, logro recordar una particular.

Otro dia, mas rutinas, mas clases, mas ciudad, mas trabajo, mas semaforos y agua hirviendo para un cafe que siempre se enfriaba. Mas television vacia, mas lecturas, mas gato comiendo sobre la tabla de la cocina, mas nefasto terciopelo. Liliana sintiendose enclaustrada en la cama una vez mas, otra vez el ahogo y la transpiracion fria justo antes de dormirse. Una vez mas, Liliana sintio ese recuerdo, ese olor que tenia su padre. Una vez mas, Liliana sintio algo que se quebro. Solo que esta vez, tuvo la fugaz imagen de ella con seis años llorando en un mausoleo hasta muy tarde esperando sus arrumacos. Y cuando desperto, estaba sosteniendo el reloj... sin saber desde cuando...

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