jueves, 14 de enero de 2010

Grass...

Tal vez me haya vuelto la fuerza fantasmal
del deseo de tu soledad resistiendose a su condicion.
Tal vez mi joven pulso renueve, por un instante,
el espacio entre los fuelles de tu corazon,
dandote nuevo aire para sentir el mundo.
Tal vez sea mi meditar profundo lo que te atrajo,
en la corriente del rio, a mis brazos como sogas,
tan fuertes para apretar.
Mi mirada es hueca en la continuidad de tu tiempo,
se agita en mis ojos el fuego fatuo de lo que nunca llego a ser,
tiene el seceto de miradas que todavia no llenas de vos,
de promesas de primaveras con un congelado florecer.

Porque del otro lado de la pradera, querida,
hay tantas flores arrancadas.
Cruelmente arrancadas
por el perfido sedante repetitivo
del repetir,
por la sucesion de dias iguales por venir.
Pero yo no formo parte de ese discurso, querida,
yo no.
Yo soy el velamen azul de un barco,
perdido en el azul y profundo mar,
viajando eternamente por el camino
de sandalias cansadas de tanto andar.
Acercate si asi lo deseas, siente mi aire,
aferra con fuerzas las sabanas que me rodean,
hay años de incomprendida soledad
en los pliegues de los parpados,
vapores que distorsionan la luz del sol,
la bloquean, la rigen, la separan,
la vuelven la fria materia
de las ideas y percepciones
que lentamente desgranan.

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