jueves, 7 de enero de 2010

Abstinencia...

Es una fuerza terrible que come los bordes de la mente. Cada minuto, cada segundo, cada hora, cada instante gasta y rompe un poco de paciencia, un poco de autocontrol. Vuelve negra la noche, entierra en dudas el crepusculo del dia. Llena de inseguridades la calma de la soledad, corroe la moral y despoja a la razon de su fuerza. Tensa la garganta muda de esperar un poco de petroleo, aprieta los dientes hasta rechinar, impacienta las rodillas que golpean una a la otra intentando terminar la tortura.
En la soledad de mi cuarto desespero mirando la nada, buscando freneticamente la salida del pasillo. Ardiendo mis ganas de no hacer nada mas que llenarme de veneno, intento ver el destello del largo corredor. Desespero, tristemente desespero sin que nadie pueda hacer absolutamente nada. Mis labios forman una mueca y las cuerdas vocales dejan salir un lamento. En mi interior corren la esperanza y la desazon, la afliccion y la alegria, todas se hermanan, funden y refunden dentro de las paredes del ser. Todas luchan por protagonizarme. Todas luchan por intentar alcanzar el principio y fin de cada uno de mis actos.
Me desdibujo en una plegaria, sabiendo que nada de esto te importa, te pido un poco de cobijo que me niegas, cruelmente. Pero entiendo que soy nada importante y que debo entender que sencillamente no te interesa este suspirar. Pierdo la calma. Te pido perdon por esto. Te pido perdon por ser tan incauto, infantil e impulsivo. Sinceramente no existe un motivo, solo estoy a punto de explotar.
Todo mi cuerpo se siente a punto de explotar. Mis piernas, mis pies, mis brazos. Mis manos se anudan entre si intentando encontrar una postura en la cual no les moleste nada, en la cual no sientan esta inquietud. Se afanan apretando su existir. Buscan alguna redencion, alguna señal de paz.
Pero finalmente todo habra pasado. Finalmente tendre paz. Finalmente podre haberte dejado.

Hoy, cigarrillo, una vez mas te repudio.

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