domingo, 4 de julio de 2010

Elipses II

Si, a vos, que me coqueteas inocentemente y me buscas. A vos, con tu boca de muñequita y tus piernas de bailarina de cristal, que juega tiernamente a desafiar mi imaginacion. A vos, primor de chocolate blanco, a vos. A vos te digo, cuidado con darme la comodidad de ponerte a tiro, que a fin de cuentas es mi patria mi bandera y el viento mi religion, y no dejare, de tus fuerzas, cañon en pie ni vela beligerante con la cual los mares surcar.
Porque pienso conquistarte, querida, y no dejar tu corazon en paz.
Y esgrimirte ferozmente, entre los dientes, con las fauces encendidas y embebidas en vos hasta la sobreexposicion de mis sentidos al hechizo de tu ser. Pienso atraerte a mi y enterrarme bravo en tu entrepierna, húmeda de frenesí demencial.
Quiero comerme tus gemidos a glotones bocados, mientras mis uñas se funden en la sal de tu baja espalda.

Quiero arquearte de sensual placer, y que me sientas como la dura existencia sobre la cual desgranar tu cuerpo y desarmar tu respiracion.
Devorarte, jalar de tu cintura hacia mi hasta desgarrarte, demediarte, falsear tu espalda hasta que caigas rendida sobre mi.
Acostarte contra la almohada y sentir el segundo de impaciencia y orgasmico silencio de quietud, disfrutandote de antemano y entrecerrando los ojos, entre abriendo la boca, hasta sentir que estallas de calor.
Perderte en tu propio ritmo primitivo de lenguas calientes, de dientes y piernas tensandose.

Hasta que pacifiques tu respiracion y notes, llena de curiosidad, que estoy listo para volver a comenzar.

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