domingo, 13 de junio de 2010

walking Around 2010

Se dejo caminar sordamente, perdiéndose entre baldosas y grietas, y papeles de golosinas, y papas fritas, y colillas sucias y tristes. Solo dejar que los pies lo llevaran hacia algun lugar, sacarse ese resto de importancia y ego personal al momento de elegir qué hacer con la presencia de uno y, simplemente, dejar que el mundo disponga en su rara y armonica manera de guiar las cosas. Cualquiera podría ver (y eso era lo increíble, que cualquiera podría ver), en ese momento , los tresillos, las semicorcheas de sus pensamientos.

 Con la mirada algo ida, con el cuerpo algo dejado, con la sonrisa a medio enarbolar.

Con sus manos, con su respirar, con la humedad de sus ojos.

Sin el compas de sus pensamientos, sin la secreta fuerza de sus actos. Sin su amor.

 Con su amor.

Siempre era agradable, pero rara, esta sensación de celuloide en el cuerpo, de mirada en blanco y negro, de monedero de cuero gastado. Pero mientras dejaba adivinar su color y su calor tan timida como tiernamente por los rincones sin sentido de la ciudad, tuvo otra vez esa vieja y nueva sensación de estar caminando en la cinta de moebius de un dilema, dejando espacio a que la vulgaridad del mundo le falseara el arco de los pies. Pero entonces sintió como renacia puro y fresco el nervio de ese sentir casi hermanado en la pasión con que sentía que alcanzaba la existencia en ese momento.

Porque era esa abrumadora fuerza creativa la que lo obnubilaba hasta colmarlo de emociones.

Porque ella le sabia como una cinta magnetica, con su sonido tan lleno de su particular color como de realismo al recrear las emociones del alma humana.

Porque creía que nadie podría ni podrá nunca entender los matices de su mirada alterna y analítica.

Sin embargo.

Sin embargo la vio una vez mas sonriendo en medio de la  multitud de trazas expresivas que componen el tapiz humano sobre el mundo.

Sin embargo sintió su calida mirada cristalina y llena de esa incontenible vibración que resonaba armónicamente en todos los confines de su persona.

Entonces la libertad de las elecciones se abria sin precedentes anteriores. Porque ahora transpiraba poesía cuando pintaba las calles de un solo color, porque ahora iban a ser necesarias las viejas riendas, para amedrentar la exacerbación con que su ser se iba a abrir como un abanico sobre el mundo. Iba a necesitar un limitante que lo contuviera, o un éter que lo dejara ser.

Y el éter olia tan bien.

El éter envolvía las estrellas con su silenciosa e impersonal compañía.

Solo la acción tiene el poder de convertir el conocimiento en sabiduría.


Entonces solto por fin la sonrisa.

“Sos mi constelación favorita”

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